Experto en prevención de riesgos laborales
diciembre 2, 2021
Hace ya tiempo que la Organización Mundial de la Salud viene advirtiéndonos de que los trastornos de la salud mental, como la depresión o la ansiedad, son problemas habituales que tienen un gran impacto en el absentismo y la productividad. De hecho, antes de la pandemia, más de 300 millones de personas sufrían depresión, una enfermedad que es actualmente la principal causa de discapacidad en el mundo.
Dice el dicho popular que siempre llueve sobre mojado. Parece que esta vez también ha sido así, porque la pandemia no ha hecho más que agravar la situación. A la crisis sanitaria se le suma una nueva crisis socioeconómica cuando aún estábamos recuperándonos de la anterior, y estas han puesto en crisis la salud mental de la población por el miedo al coronavirus.
Según el estudio Malestar psicológico derivado de la COVID-19 en la segunda ola realizado por el Consejo General de la Psicología de España, la pandemia ha originado problemas psicológicos en la población. Los expertos apuntan a la depresión grave, la ansiedad o una peor calidad de sueño como algunos de los efectos más frecuentes.
El estudio afirma que la depresión es uno de los síntomas comunes en la población española tras la pandemia. En concreto, el 40% de los encuestados presenta síntomas graves o moderados de depresión, tales como falta de interés en las actividades, desesperanza o decaimiento. Asimismo, también se evidencia un aumento de los problemas de ansiedad, informados por el 30% de los consultados, que manifiestan haber experimentado preocupaciones recurrentes, o nerviosismo como consecuencia de la pandemia. La calidad del sueño es otra de las áreas más afectadas, lo que se refleja en el hecho que el 41% de los españoles informó que dormía menos cantidad de horas de las que habitualmente dormía antes de la pandemia. El coronavirus también ha tenido un impacto en el abandono de algunas conductas saludables como el ejercicio físico, puesto que el 36% de las personas encuestadas señaló haber dedicado menos horas a esta actividad como consecuencia de la situación.
Otro estudio elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Instituto Sindical de Trabajo, ambiente y Salud(ISTAS), basado en una encuesta sobre condiciones de trabajo, inseguridad y salud en el contexto de la COVID-19 en la que han participado 20.000 sujetos entre trabajadores, autónomos y trabajadores en ERTE, pone en evidencia el empeoramiento de la salud mental entre la población trabajadora.
Según el estudio, el 55% de los trabajadores muestra un riesgo elevado de padecer mala salud mental. En comparación con la anterior encuesta sobre riesgos psicosociales, de 2016, en la que la salud mental se midió de idéntica forma, esa misma estimación fue del 24%, es decir, se ha doblado el porcentaje de personas con riesgo de mala salud.
Otros resultados de esta misma encuesta indican que el 37% considera que su estado de salud general empeoró en relación con el que tenía antes de que se decretara el estado de alarma, y el 42% manifiesta que duerme peor ahora. Un 22% ha consumido recientemente tranquilizantes, sedantes o somníferos. De estos, más de la mitad son nuevos consumidores y uno de cada tres de los que ya consumían antes de la pandemia aumentó la dosis o cambió a otro fármaco más fuerte.
El porcentaje de quienes presentan un alto riesgo de padecer problemas de salud mental es notablemente superior entre jóvenes, trabajadores con bajos salarios y mujeres. Y no es que jóvenes y mujeres sean más débiles, sino que ser mujer y ser joven se correlaciona en gran medida con una mayor precariedad laboral y bajos salarios.
Además de la brecha en las condiciones laborales y salariales entre hombres y mujeres, los peores resultados en salud mental por parte de estas podrían deberse a que siguen recayendo sobre ellas las responsabilidades domésticas y el cuidado de los hijos (unos hijos que, no olvidemos, en determinados periodos han estado confinados en casa sin ir al colegio), y porque la segregación del mercado laboral por género las ha expuesto en mayor medida al coronavirus. Esto último es debido a que entre los puestos de trabajo más expuestos, los denominados puestos de primera línea, encontramos profesiones muy feminizadas: auxiliares de geriatría y enfermería, trabajadoras de tiendas de alimentación y productos básicos, mercados y supermercados, y limpiadoras. Son precisamente estas ocupaciones las que han obtenido peores resultados en relación a la salud mental.
Preocupaciones distintas según las circunstancias
Este malestar emocional no es en absoluto infundado. La actual crisis ha impactado de lleno en las condiciones laborales de muchos trabajadores y sus preocupaciones son un reflejo de sus circunstancias. En casi todas las empresas podemos encontrar trabajadores en primera línea que deben seguir acudiendo a trabajar a pesar del riesgo de contagio, empleados que de un día para otro han tenido que aprender a teletrabajar a tiempo completo o trabajadores que, sin quererlo, se han encontrado ante una suspensión temporal de empleo.
Trabajadores en primera línea
Los empleados que siguen acudiendo a sus puestos de trabajo, y especialmente aquellos que lo hacen en servicios esenciales como la sanidad o la alimentación, sienten una gran preocupación por la probabilidad de contagiarse del virus y, por ende, contagiar a su familia.
Según el estudio comentado anteriormente, el 72% de los trabajadores afirma haber ido a trabajar sin las medidas de protección adecuadas, y el 13% ha acudido al trabajo con síntomas compatibles con el coronavirus.
Teletrabajadores
El 30% de los trabajadores ha podido acogerse al teletrabajo como medida de distanciamiento social. Este porcentaje es mucho mayor en ocupaciones no manuales – directivos, gerentes, profesionales liberales o técnicos, frente a ocupaciones manuales como la industria, la construcción o la hostelería.
Para este colectivo, las principales preocupaciones giran en torno al aislamiento social, los límites difusos entre la vida laboral y doméstica, el uso intensivo de las tecnologías de la información y el miedo a volver al trabajo presencial y, con ello, exponerse al virus y a las rutinas anteriores a la pandemia.
Trabajadores en situación de suspensión temporal de empleo
Los trabajadores afectados por ERTE son, por desgracia, otro colectivo importante en el panorama actual de muchas empresas.
Como es obvio, el estrés en estos trabajadores gira en torno a la estabilidad en su empleo. La falta de una ocupación suele ir aparejada a la pérdida de rutinas y propósitos, y a la adopción de hábitos de vida menos saludables. La tentación de culpabilizarse por la falta de empleo, junto con los problemas económicos y el miedo a perder definitivamente su trabajo, son los principales aspectos que generan preocupación, baja autoestima y problemas de salud mental.
El retorno al trabajo es también motivo de preocupación para este colectivo. Aunque probablemente para la mayoría sea un alivio, una luz al final del túnel, pueden aparecer dudas: cuándo se les va a reactivar, a quién van a reactivar primero, por qué a unos sí y a otros no, etc. Todo ello puede ser, sin duda, motivo de tensión y conflicto en la empresa.
Apoyar el bienestar de los empleados durante la pandemia
En este contexto, las empresas deben hacer de la salud y el bienestar emocional de sus empleados una prioridad, y cualquier plan de salud mental que elaboren deberá adaptarse a las circunstancias y necesidades de sus empleados.
Empezar por evaluar la situación
Existen distintas herramientas para ello. Puede empezarse por evaluar los cambios en las condiciones de trabajo mediante la evaluación de los riesgos psicosociales, para conocer el impacto que las medidas adoptadas hayan podido tener en condiciones laborales generadoras de estrés, tales como las cargas de trabajo, la comunicación y supervisión, los horarios, o la resolución de incidencias, entre otras. También puede evaluarse el impacto en la salud mental y en los hábitos de vida de los trabajadores. Para esto último, MC MUTUAL dispone de la herramienta HEALTHMETER, y una versión específica de esta para la situación actual, que permite obtener información sobre cómo están influyendo las actuales circunstancias en hábitos como la actividad física, la alimentación, el sueño o la gestión del estrés, entre otros.
Mantener la comunicación
Mantener la comunicación con los trabajadores, informando de los cambios y las decisiones que se van adoptando es fundamental para reducir su incertidumbre, especialmente con aquellos que no estén presentes en la empresa, como teletrabajadores o trabajadores en suspensión temporal de empleo. En este sentido, los mandos intermedios son una pieza clave, pues son el nexo entre la empresa y los trabajadores. Es importante capacitarlos para que puedan detectar los primeros indicios de deterioro de la salud mental en sus equipos, mantener el contacto con los trabajadores, informar correctamente sobre las decisiones que toma la empresa y responder con sensibilidad a las dudas y necesidades que estos trabajadores puedan plantearles.
En el portal de prevención de MC MUTUAL las empresas disponen de multitud de recursos como carteles, folletos y multimedia, con los que informar a los trabajadores sobre medidas de protección, así como sobre la importancia de promover hábitos de vida saludable para afrontar la situación actual.
Establecer programas de apoyo al empleado
Es importante asegurarse de que los trabajadores disponen de recursos adecuados para gestionar los problemas relacionados con su salud mental. Para ello, pueden establecerse programas de apoyo al empleado, ya sea con recursos internos de la empresa o bien buscando recursos externos a los que dirigir a los empleados que lo necesiten. Este tipo de servicios pueden ofrecer, entre otros, atención psicológica telefónica, servicios de terapia breve, coaching o formación sobre gestión emocional, que pueden ser muy útiles, más allá de la situación actual.
Planificar la vuelta al trabajo
Es importante planificar cómo va a llevarse a cabo la vuelta al trabajo, también la de los teletrabajadores, informándoles en su debido momento para minimizar la incertidumbre y evitar malentendidos y tensiones innecesarias. Justificar siempre las decisiones con criterios objetivos y razonables va a evitar la aparición de conflictos, por ejemplo, a la hora de decidir qué empleados van a reincorporarse antes o cómo van a redistribuirse las tareas entre los trabajadores presentes.
¿Y después de la pandemia, vuelta a la normalidad?Esperemos que pronto podamos volver todos a la ‘nueva normalidad’ y que, con ella, los trabajadores a distancia y los que están en suspensión de empleo puedan empezar a reincorporarse a sus respectivos puestos de trabajo. Con mucha probabilidad, este periodo de adaptación va a ser vivido con angustia y estrés por más de uno. Las empresas deben tener esto en cuenta y planificar este proceso con el máximo detalle, revisando regularmente las condiciones y los recursos con los que cuentan para apoyar la salud mental y el bienestar de sus empleados si quieren que este retorno al trabajo suponga, realmente para todos, una vuelta a la normalidad.
FUENTE: https://prevencionar.com/2021/04/19/cuidar-de-la-salud-mental-de-los-trabajadores-durante-la-pandemia/
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